La Grandeza en la Humildad: Reflexiones sobre Juan el Bautista vista desde Mateo (11,11-15)

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,11-15):

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Los Profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo.
El que tenga oídos, que oiga».

Introducción a la Grandeza de Juan el Bautista

En el evangelio según san Mateo, Jesús resalta la figura de Juan el Bautista, un hombre de fe inquebrantable y humildad profunda. Esta reflexión busca entender cómo las palabras de Jesús sobre Juan pueden iluminar nuestra vida diaria, nuestro trabajo en la parroquia y en los movimientos apostólicos.

La Humildad como Pilar de la Grandeza

Jesús afirma que “no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista”. Esta grandeza no se refiere a poder o estatus, sino a la humildad y al servicio. En nuestras vidas, esto se traduce en poner a los demás primero, en servir sin esperar reconocimiento y en valorar las pequeñas acciones que realizamos cada día en nuestra comunidad.

El Reino de los Cielos y la Lucha Diaria

La mención de que “el reino de los cielos sufre violencia” puede interpretarse como una invitación a luchar contra las injusticias y las dificultades de la vida con fe y esperanza. En nuestro trabajo parroquial y en los movimientos apostólicos, enfrentamos desafíos que requieren de nuestra fortaleza y compromiso, al igual que Juan el Bautista lo hizo en su tiempo.

La Profecía y la Aceptación de la Verdad

Jesús señala a Juan como “Elías, el que tenía que venir”. Esto nos recuerda la importancia de estar abiertos a la verdad, incluso cuando esta desafía nuestras comprensiones previas. En la parroquia, esto significa acoger nuevas ideas y perspectivas, y en los movimientos apostólicos, implica ser agentes de cambio y renovación.

La Importancia de Escuchar

“El que tenga oídos, que oiga”, nos dice Jesús. Esta frase es un llamado a escuchar activamente, no solo con los oídos, sino con el corazón. En nuestra vida diaria, esto se traduce en ser empáticos con los demás, en la parroquia, en ser receptivos a las necesidades de la comunidad, y en los movimientos apostólicos, en ser voces de aquellos que no son escuchados.

Conclusión: Integrando las Enseñanzas en Nuestra Vida

La figura de Juan el Bautista, como la presenta Jesús, es un modelo de servicio, humildad y compromiso. Integrar estas enseñanzas en nuestra vida diaria, en nuestro trabajo en la parroquia y en los movimientos apostólicos, nos desafía a ser mejores cristianos, más compasivos y comprometidos con el bienestar de nuestra comunidad.